A través de la valoración personalizada del paciente, teniendo en cuenta antecedentes médicos familiares y personales, historia clínica del paciente (enfermedades y analíticas de sangre, así como del tratamiento prescrito por el médico) y otros datos de interés en torno a los hábitos de la persona, se realiza un estudio por parte del equipo profesional del centro.
De esta manera se prescriben las pautas nutricionales y recomendaciones de hábitos de vida a seguir para prevenir o mejorar enfermedades.
No está demostrado que la alimentación como tal o un alimento en concreto curé una enfermedad, pero unos buenos hábitos si retrasan o previenen su aparición, mejoran síntomas o detienen un empeoramiento de la misma.
Lo que sí está demostrado en cualquier caso, es que llevar una mala alimentación junto con unos hábitos de vida no saludables suponen un mayor riesgo de padecer la mayoría de enfermedades, sobretodo: obesidad, enfermedades cardiovasculares e incluso cáncer.